miércoles, agosto 22, 2012

¿Es el cien sólo un sueño? V/V


A continuación, varios consejos que a nivel personal me han servido usualmente para obtener las notas de los rangos superiores, sin que eso haya sido mi motivación principal per se, superando a la ideal de aprender y conocer. 

1. Principio del ambiente idóneo: No nos digamos mentiras, no hay un sitio ideal para estudiar. Quien realmente quiere hacerlo lo hará, aunque esté en una bulliciosa urbe tropical donde la tentación está por todas partes.
Sin embargo, a nivel individual sí necesitamos de nuestro espacio de estudio, un santuario de relax, meditación y ciencia.
Aquel lugar no necesita ser un estudio lujosamente equipado, aunque sí debe conservar varias características favorecedoras de la creatividad y la reflexión:

  • De ser posible, debe ser un lugar tranquilo y apacible, lo cual no impide que haya música ligera, porque a veces el silencio también abruma y desconcierta.
  • Debe ser un espacio ordenado y limpio, en la medida en que los tornados de creatividad permitan mantener ese estado. Si se inclinan como este autor por la libertad de crear, no siempre podrán mantener un orden impecable porque las ideas surgen sin aviso previo y hay que capturarlas en un papel o en la computadora, sino se pierden irremediablemente en los confines de la psique (salvo que el psicólogo nos realice una regresión, claro está, lo cual no es barato). Pero el caos controlado, hay que decirlo por cierto, funciona sólo hasta cierto punto, más allá del cual sufren la puntualidad y la memoria, quienes deben esperar y aquellos a quienes se olvida de contactar, ayudar, asesorar, evaluar o atender.
    Por tal razón el estudiante inteligente hace bien en conservar su espacio de trabajo autónomo libre de polvo y cosas fuera de su lugar. 
    La organización y la sistematización favorecen el aprendizaje.
  • Es necesario apegarse a un horario. Y de ser posible armar un cronograma flexible, según vayamos conociendo las actividades académicas y extracurriculares de manera que sepamos cuándo y dónde debemos hacer qué. Sistematizar las tareas de este modo nos obliga a ser responsables, cumplir metas de corto plazo y mejorar nuestra administración del tiempo e incluso de otros recursos, como el dinero y nuestro esfuerzo mental y físico, a través de la relación costo/ beneficio que implica nuestro omnipresente costo de oportunidad.
  • Debemos aprender a planificar y coordinar, tiempos, recursos y actividades de modo que no tengamos que amanecernos estudiando la noche previa al examen, sólo para descubrir con terror, decepción y ansiedad que las neuronas trasnochadas son altamente improductivas e ineficientes. Es mejor que estudiemos un poco cada día, de modo sistemático y disciplinado, para así distraer y liberar nuestra mente el día de esa evaluación importante y estar frescos y relajados previo al enfrentamiento con las preguntas y los ejercicios rebuscados que retan nuestro intelecto hacia los límites del 10% de la capacidad cerebral (que según dicen algunos es el porcentaje de la capacidad nominal del cerebro, que utilizamos durante nuestra vida).
  • Dicho eso, sobra decir que es mejor abstenerse de desvelos y bebidas alcohólicas la víspera y, dependiendo del tipo de evaluación, algunos días antes del examen, para no sufrir los efectos que las sinapsis con resaca causan en nuestra sintaxis, a la hora de poner en blanco y negro nuestros conocimientos, memorizados a la fuerza, a último minuto y desesperadamente.

¿Es el cien sólo un sueño? (IV/V)


Ajá, suena bien pero ¿qué podemos hacer?
A ver, ensayemos una solución, partiendo del diagnóstico: 70 como la nota de la esperanza matemática.

Tratamiento:
Primero y principal, la motivación es importante. El motivo correcto debería el que impulse al estudiante en su paso por las aulas universitarias. Sea pues, la razón correcta alcanzar un título profesional, en tanto constituye una certificación aceptada generalmente del grado de dominio de la ciencia en un área del saber en particular. Ese podría ser el primer paso hacia el sueño de ser un profesional de bien y de éxito, con todas las recompensas sociales y económicas que aquello idealmente implica.
Claro que la realidad a veces difiere de los motivos teóricos, y es allí donde la observación empírica manifiesta las variadas razones de los estudiantes para ir a la universidad. Como ejemplo, interpreto el mensaje de algunas de las respuestas que he recibido en el ejercicio de la cátedra universitaria cuando he preguntado los motivos para seguir los estudios superiores:

*Ya no me querían ver en mi casa.
*No tenía nada más que hacer.
*Todos lo hacían, no quería quedarme atrás.
*Quería encontrar pareja.
*Tenía que elegir entre trabajar y estudiar, así que…

En fin, aunque el motivo en cuestión no sea el más adecuado, todavía es posible culminar con éxito los estudios y sacar 100 en al menos algunas materias.